La Zanahoria del conejo – Fábula sobre la responsabilidad
Carla Chicango, 10mo de básica .
Había una vez una ciudad muy particular; los conejos estaban muy desarrollados,
vivían felices y cada vez desarrollaban más su forma de vida, era el lugar
perfecto, como de ensueño.
Por otro lado, todos los conejos habían ido a trabajar a la ciudad, dejando el campo. Solo un conejo, bastante joven, se mantenía trabajando allí, a pesar de que el trabajo era demasiado para él solo.
Era él quien abastecía a la ciudad de todas las zanahorias necesarias para que todos pudieran seguir con sus vidas. Sin embargo, el conejo campesino casi no comía y su paga era realmente mala, apenas podía sobrevivir y su día a día era muy pesado
Un día, mientras el conejo campesino trabajaba las tierras, un conejo muy elegante, vistiendo un traje limpio y pulcro se acercó y le estrecho la pata de forma cortés. Luego de saludarle adecuadamente, le explicó que durante un viaje de negocios se había perdido y su auto se había descompuesto; además, tenía mucho trabajo y era urgente volver a su oficina. El conejo campesino compadecido de él le ofreció un pequeño y viejo auto que solía usar para hacer entregas a la ciudad, ese fue su primer trabajo.
El conejo de la ciudad le agradeció mucho por todo y se fue a donde pertenecía para continuar con sus actividades.
Unas semanas después, cuando el conejo campesino casi había olvidado lo sucedido volvió a aparecer este elegante compañero suyo, esta vez en su lujoso auto trayendo el ajeno para devolverlo, una vez más agradeció por todo y le invitó a su nuevo amigo a tomar unas malteadas de zanahoria; el conejo del campo nunca las había probado, a pesar de ser el quien producía el producto principal e indispensable; zanahorias.
Ambos llegaron a la gran ciudad en el lujoso auto, los ojos del conejo campesino brillaron de ilusión al ver los altos e impetuosos edificios que se alzaban ante él, además de todos los demás conejos que vestían elegantes trajes. Veía todo con gran asombro, era aún más maravilloso de lo que había imaginado durante tantos años.
Finalmente, llegaron al lugar favorito de todos para comprar una buena malteada, ambos tomaron una de estas. El conejo campesino deleitó sus papilas gustativas con la bebida que le brindó su amigo, era algo sin igual que nunca había probado.
Ambos conejos pasaron el día juntos, enseñándose cosas de su vida el uno al otro. Hasta que finalmente cayó la noche y cada uno tuvo que regresar a su hogar.
Poco a poco, se hizo costumbre el salir juntos, el conejo elegante casi ya no iba a su oficina y el campesino ya no trabajaba sus tierras, se la pasaban de un lado para el otro divirtiéndose.
Pronto empezó a ser notoria la desorganización de la más grande empresa procesadora de zanahorias, la ciudad empezó a enloquecer por ello, y todo empeoró cuando la escasez de zanahorias se volvió una realidad.
Todos estaban desesperados, mientras la pareja de amigos se la pasaban alegres de un lado al otro. No fue hasta que realmente todo fue un desastre para que ambos reaccionaran y se dieran cuenta de lo que habían provocado por concentrarse en su diversión y evadir sus responsabilidades.
Todos los conejos estaban necesitados, tenían mucha hambre y en mayor medida mucho trabajo, y ni hablar de las casi inexistentes energías que tenían.
La pareja de amigos se sintieron realmente mal al saber lo que habían provocado por olvidar aquellas actividades a la que estaban dedicados antes de conocerse. Ambos discutieron por ello, echándose la culpa el uno al otro y lastimando su amistad en vez de reconocer su propio error; ambos habían sido muy irresponsables y eso estaba afectando a toda la comunidad.
Separados, cada uno por su lado, se lamentaron por todo lo que sucedía, pero no encontraban forma de resolver el problema, pues era demasiado grande para ellos solos.
Cuando finalmente lo pensaron bien se buscaron uno al otro, se encontraron a mitad de camino entre la ciudad y el campo, se miraron el uno al otro y estrecharon la pata como la primera vez que se vieron. Se disculparon entre ellos y reconocieron sus propios errores, se habían perdido en a maravilla de conocer el mundo del otro, y entre tanta plática y diversión habían olvidado que de dejar sus actividades no solo ellos se verían afectados.
Pronto decidieron que lo mejor sería continuar con su amistad y tratar de resolver el problema juntos, tal y como lo habían empezado. Además, prometieron que nunca más dejarían sus trabajos por un poco de diversión, podrían salir una vez acabasen con sus actividades.
Entonces, estos dos amigos decidieron actuar; el conejo elegante ayudó a
producir las tierras del campo junto con su gente, todos los conejos se
reunieron y ayudaron al conejo campesino a producir su alimento de acuerdo a
las órdenes que este daba.
Y así, entre todos resolvieron la terrible crisis y pronto todo volvió a la normalidad.
Muchos conejos descubrieron que su vida no estaba hecha para estar en una oficina, así que decidieron mudarse al campo a ayudar al solitario conejo que ya no lo estaría más.
El conejo elegante y el conejo del campo siguieron frecuentándose, pero sin evadir sus responsabilidades, de esta forma pudieron seguir con sus vidas y su amistad.
Además, todos cayeron en cuenta del gran esfuerzo que era trabajar en la producción de zanahorias y valoraron mucho más ese trabajo.
Moraleja: “Nunca olvides que la diversión y la responsabilidad deben ir de la mano.”

Por otro lado, todos los conejos habían ido a trabajar a la ciudad, dejando el campo. Solo un conejo, bastante joven, se mantenía trabajando allí, a pesar de que el trabajo era demasiado para él solo.
Era él quien abastecía a la ciudad de todas las zanahorias necesarias para que todos pudieran seguir con sus vidas. Sin embargo, el conejo campesino casi no comía y su paga era realmente mala, apenas podía sobrevivir y su día a día era muy pesado
Un día, mientras el conejo campesino trabajaba las tierras, un conejo muy elegante, vistiendo un traje limpio y pulcro se acercó y le estrecho la pata de forma cortés. Luego de saludarle adecuadamente, le explicó que durante un viaje de negocios se había perdido y su auto se había descompuesto; además, tenía mucho trabajo y era urgente volver a su oficina. El conejo campesino compadecido de él le ofreció un pequeño y viejo auto que solía usar para hacer entregas a la ciudad, ese fue su primer trabajo.
El conejo de la ciudad le agradeció mucho por todo y se fue a donde pertenecía para continuar con sus actividades.
Unas semanas después, cuando el conejo campesino casi había olvidado lo sucedido volvió a aparecer este elegante compañero suyo, esta vez en su lujoso auto trayendo el ajeno para devolverlo, una vez más agradeció por todo y le invitó a su nuevo amigo a tomar unas malteadas de zanahoria; el conejo del campo nunca las había probado, a pesar de ser el quien producía el producto principal e indispensable; zanahorias.
Ambos llegaron a la gran ciudad en el lujoso auto, los ojos del conejo campesino brillaron de ilusión al ver los altos e impetuosos edificios que se alzaban ante él, además de todos los demás conejos que vestían elegantes trajes. Veía todo con gran asombro, era aún más maravilloso de lo que había imaginado durante tantos años.
Finalmente, llegaron al lugar favorito de todos para comprar una buena malteada, ambos tomaron una de estas. El conejo campesino deleitó sus papilas gustativas con la bebida que le brindó su amigo, era algo sin igual que nunca había probado.
Ambos conejos pasaron el día juntos, enseñándose cosas de su vida el uno al otro. Hasta que finalmente cayó la noche y cada uno tuvo que regresar a su hogar.
Poco a poco, se hizo costumbre el salir juntos, el conejo elegante casi ya no iba a su oficina y el campesino ya no trabajaba sus tierras, se la pasaban de un lado para el otro divirtiéndose.
Pronto empezó a ser notoria la desorganización de la más grande empresa procesadora de zanahorias, la ciudad empezó a enloquecer por ello, y todo empeoró cuando la escasez de zanahorias se volvió una realidad.
Todos estaban desesperados, mientras la pareja de amigos se la pasaban alegres de un lado al otro. No fue hasta que realmente todo fue un desastre para que ambos reaccionaran y se dieran cuenta de lo que habían provocado por concentrarse en su diversión y evadir sus responsabilidades.
Todos los conejos estaban necesitados, tenían mucha hambre y en mayor medida mucho trabajo, y ni hablar de las casi inexistentes energías que tenían.
La pareja de amigos se sintieron realmente mal al saber lo que habían provocado por olvidar aquellas actividades a la que estaban dedicados antes de conocerse. Ambos discutieron por ello, echándose la culpa el uno al otro y lastimando su amistad en vez de reconocer su propio error; ambos habían sido muy irresponsables y eso estaba afectando a toda la comunidad.
Separados, cada uno por su lado, se lamentaron por todo lo que sucedía, pero no encontraban forma de resolver el problema, pues era demasiado grande para ellos solos.
Cuando finalmente lo pensaron bien se buscaron uno al otro, se encontraron a mitad de camino entre la ciudad y el campo, se miraron el uno al otro y estrecharon la pata como la primera vez que se vieron. Se disculparon entre ellos y reconocieron sus propios errores, se habían perdido en a maravilla de conocer el mundo del otro, y entre tanta plática y diversión habían olvidado que de dejar sus actividades no solo ellos se verían afectados.
Pronto decidieron que lo mejor sería continuar con su amistad y tratar de resolver el problema juntos, tal y como lo habían empezado. Además, prometieron que nunca más dejarían sus trabajos por un poco de diversión, podrían salir una vez acabasen con sus actividades.
Y así, entre todos resolvieron la terrible crisis y pronto todo volvió a la normalidad.
Muchos conejos descubrieron que su vida no estaba hecha para estar en una oficina, así que decidieron mudarse al campo a ayudar al solitario conejo que ya no lo estaría más.
El conejo elegante y el conejo del campo siguieron frecuentándose, pero sin evadir sus responsabilidades, de esta forma pudieron seguir con sus vidas y su amistad.
Además, todos cayeron en cuenta del gran esfuerzo que era trabajar en la producción de zanahorias y valoraron mucho más ese trabajo.
Moraleja: “Nunca olvides que la diversión y la responsabilidad deben ir de la mano.”
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